Reflexión sobre mi proyecto...
Una silueta ondulante colgada de un farol de luz
invitándonos, con su brillante globo, a irradiar todo lo que somos, en eso se
materializa el proyecto Irradia. Y es
que - el absolutismo no encaja en la complejidad humana- somos muchas cosas a
la vez, lo que estudiamos, lo que trabajamos, lo que nos apasiona, lo que
escribimos, lo que nos divierte, lo que decimos, lo que construimos, lo que no
nos gusta ser; pero ¿qué límites tenemos?, ¿cómo nos mostramos?, ¿qué perciben
los demás de nosotros?, ¿qué somos capaces de transmitir?... El proyecto Irradia es un intento más de indagar en
los aspectos individuales del ser -los cuales son a la vez un ‘compendio de’ y
una ‘expresión hacia’ la sociedad- con el ambicioso fin de demostrar que
cultivar el espíritu es un factor esencial en la formación de un ser integral y
por lo tanto de sociedades con estilos de vida menos egoístas y más
sostenibles.
Irradia es una intervención en
el paisaje urbano pues no sólo
construye un elemento artístico, sino que se basa en la ubicación predeterminada
de un servicio como es el alumbrado público, para insertar en él dicho
elemento, aportando nuevas lecturas de aquel simple farol de luz. La luz de los
faroles de la ciudad nos ilumina, pero es más que ello: nos permite caminar por
donde, sin ella, no veríamos nada. También esa misma luz – como el sol, sin
saberlo ni alardear sobre eso - nos permite percibir el color, envuelve los
objetos dándoles forma, como es energía nos da calor y en nuestra mente o viene
de arriba o se eleva, hacia el cielo, hacia lo divino. En Irradia, la luz es una metáfora de ese enmarañado mundo que es cada
persona, y principalmente de todo ese potencial que podemos proyectar hacia los
demás, si es que fuésemos capaces de desprendernos de las soluciones y
respuestas que hayamos acerca de los conflictos propios del día a día para
compartirlas con el mundo.
Los personajes de Irradia
se asoman sin la pretensión de ser
invasivos, por su apariencia ingenua desean ser reconocibles alegorías
del ser humano – por ello es que no entran en especificaciones de género o edad
– y las expresiones en sus rostros – siempre con los ojos cerrados -
transmitirán el sosiego propio del equilibrio espiritual que se busca difundir.
Irradia se aferra a la consigna de que el arte -bajo cualquier
estilo y lenguaje- es siempre social y puede ser también crítico e incisivo, lo
cual no debe implicar que el creador recurra al retrato representativo del
problema tal cual. Mostrar, con actitudes positivistas – que muchos llaman casi
despectivamente “infantiles” - e imperativos, las posibles soluciones a un
problema social puede tener tanto valor y pertinencia como mostrar el conflicto
en sus maneras más sangrientas, impactantes y entristecedoras. Conmover y
sensibilizar seguirá siendo la labor urgente del arte y, debido al monopolio en
el que se manejan los espacios tradicionales de la muestra artística, Irradia recurre a la amplitud expresiva
y comunicativa del Arte Urbano. Este arte no
oficial ha demostrado cada vez una
mayor apertura a diversas expresiones que no encajan exclusivamente en lo que
hace años fuera el grito de denuncia de
los barrios marginales. Ahora es posible encontrar personajes fantásticos que
juegan en medio del smog, te hablan, te miran, que parecen salir de la nada:
que contrastan con la monotonía gris de una ciudad que parece no haber sido
pensada para humanos.
El lenguaje infantil o
naïf que utiliza el proyecto Irradia es
otra manera de ironía, que busca captar la mirada del transeúnte más ocupado,
estresado, distraído, pensativo, apresurado y tal vez brindarle un punto de
partida hacia una nueva concepción de la ciudad, y por supuesto de él mismo.
En Irradia confluyen invitaciones a la
reflexión del individuo bajo la consigna de que el cambio colectivo, social,
universal – del más pequeño grupo social al más enorme - empieza en uno mismo. Como menciona Bansky: algunas personas se
vuelven policías para hacer de la ciudad un lugar mejor, otros nos convertimos
en vándalos para hacer que la ciudad se
vea mejor. En este caso Irradia
es un acto vandálico que se opone a
la mirada pesimista y resignada hacia el caos social, proponiendo la
sublimación de un objeto cotidiano que es farol de luz, elevándolo
simbólicamente -por agregación de
personajes hablantes- hasta poder compararlo con lo que somos y damos cada uno
de nosotros.